En el peor de los casos podría uno pensar: ah, bueno ! es que lo más seguro el joven pensó que el chinito quería hacer negocio con las medallitas, lo cual es probable pues hay casos en los que personas inescrupulosas se valen de la fe de los demás para sacar provecho, sin embargo, éste no parecía ser el caso del chinito, ya que al ver que se quedó perplejo y decepcionado por la reacción del joven, procedí a comprarle una medallita a un costo realmente bajo, pude comprar una caja pequeña de goma de mascar por el mismo precio. Bueno, para mi sorpresa, al pagarle al chinito, éste inmediatamente se acercó a la caja del lugar donde tenían una alcancía con el nombre de las mojas del convento donde se dedican a cuidar y atender a niños huérfanos. En fin, al parecer el chinito tenía la buena intención de ayudar a estas monjas en su obra de caridad y esa era su forma de hacerlo. Mi medallita la puse inmediatamente en mi llavero y todavía la cargo conmigo.
Hasta aquí el relato de lo sucedido, ahora quisiera
enfocarme en lo que dijo el joven y la razón por la cual reaccionó de una forma
tan despectiva al ver la imagen de la Virgen María, la madre de ese Jesús en el
cual dice creer con todas sus fuerzas.
Resulta que como este joven hay muchas personas que
desprecian la imagen de María, y no solo la de María, sino también la de Jesús
mismo y bueno, obviamente, la de todos sus Santos. No sé si creen que tiene algo
de malo recordar los orígenes de nuestra fe o si solo actúan coaccionados por
personas perversas que simplemente profesan un cristianismo anticatólico y que
no son capaces si quieras de rezar un Padre Nuestro por el simple hecho de que
eso lo hacen los católicos, entre muchas cosas más.
Estas personas que basan su fe en insultar la de los demás y
que sin el menor reparo han llenado iglesias y estadios con personas que antes
habían sido católicos pero que no profundizaron su fe y no entendieron que la
Iglesia por cada uno que se iba, perdía una piedra y poco a poco se ha ido
quedando con menos fieles, o por lo menos los verdaderamente fieles. Lo que llamamos Iglesia los católicos, no es el Vaticano,
o las imágenes, o los rosarios, o las novenas, etc. Son las Parroquias y las
personas que la conforman y que
comparten la fe en Cristo, una fe que desde sus inicios tuvo los mismos ataques
de incredulidad que tiene hoy en día, los ataques son los mismos solo que
cambian sus nombres, por ejemplo en aquellos tiempos lo que se llamaba Mandeísmo
es muy similar a lo que hoy llamamos Bautistas, el Maniqueísmo lo es con la fe
Baha´i, Simonianismo es muy similar a sectas protestantes que venden amuletos y
objetos de sanación, el Nestorianismo tiene gran influencia en las sectas
protestantes anticatólicas y que rechazan tanto la virginidad como la asunción
de la Virgen, el Arrianismo es lo que hoy día se conoce como Testigos de Jehová
quienes sostienen que Jesús era hijo de Dios más no Dios mismo. Y así
sucesivamente los ataques a la unidad de la fe cristiana siguen siendo un
problema para la Iglesia, ya que hoy al igual que ayer , los principales autores de
estos ataques surgen desde dentro de la misma Iglesia, encontrando fuera de ella
el espacio libre para dar rienda suelta a sus ideas e interpretaciones
personales de la doctrina original sin ninguna regulación o autoridad.
El punto al que quiero llegar es que no hay razón alguna
para que no se honre a la madre de Jesús, por todas sus virtudes y su santidad,
su humildad, paciencia, obediencia, fe, entereza, castidad, amor a Dios y al
prójimo, pobreza y oración. Ningún ser humano puede compararse a María ya que
ella se constituye en la
persona que más relación ha tenido con la Divinidad en toda la historia de los
tiempos. El PADRE la escogió (San Lucas 1, 30). El HIJO tomó carne en su
vientre (San Juan 1, 14). El ESPÍRITU SANTO encarnó al Hijo de DIOS en su
vientre y la cubrió con su sombra (San Lucas 1, 35).
En fin,
no es mi intención hacer un estudio Mariológico en tan breve espacio, pero sí
sembrar la semilla de la verdad en tanta confusión y ataque sin sentido hacia
la fe en Cristo, en su Madre y en su papel para el plan de salvación del Padre.
Quizás es solo desconocimiento de la misión, pero antes de decir que un Dios es
de fantasía, debemos analizar todo el contexto y reconocer que Dios tenía un
plan de salvación para todos y para ello eligió
a las personas que lo iban a llevar a cabo. Es más, no debemos olvidar que
este plan tiene su historia sagrada y en relación a esta historia hay ciertas
cosas que se consideraban sagradas en la Antigua Alianza y en la Nueva Alianza
hay ciertas cosas que también son consideradas sagradas. El cuerpo de Cristo es
el centro de la Nueva Alianza y el Arca de la Alianza, la Nueva Eva que redime
a los hombres es María por medio del fruto de su vientre. Sé que no es fácil de
entender ni de digerir, pero si buscamos en el lugar correcto probablemente
encontraremos las respuestas que necesitamos, al contrario si seguimos buscando
donde solo hay suspicacias, mentiras y ataques sin sentido, lo más probable es
que sigamos el mismo camino de ataque y persecución a los que tratan de llevar
el mensaje de amor y de unidad en Cristo a todas las naciones.
María,
Cristo, el Espíritu Santo, la Eucaristía, el Credo, el Padre Nuestro, la
Confesión, la Sagrada Tradición, las Sagradas Escrituras, entre muchas otras enseñanzas de la Iglesia no son fantasías, todo
eso aparece documentado y son las creencias que nos transmitieron los primeros
cristianos y que solo se mantienen hoy día en una Iglesia, la Iglesia Católica
Apostólica Romana, la única Iglesia fundada por Cristo y que cuenta con una
sucesión apostólica ininterrumpida desde Pedro hasta nuestros días. Una Iglesia
visible, unida y que realiza a diario los ritos y los sacramentos que mantienen
la fidelidad y el compromiso de la Alianza con Dios. Esta es una realidad,
que para algunos quizás es solo cuestión de fe, pero es una fe real que es vivida por millones de
personas todos los días, en una sola Fe, un solo Bautismo y un solo Espíritu.
La Iglesia Católica es parte de la historia moderna de la humanidad y hoy como
ayer sigue siendo punto de referencia para lograr establecer el diálogo y la
paz en las naciones.
Por último quisiera compartirles los cuatro atributos que distinguen a la Iglesia Católica:
Unidad: La Iglesia es "una" debido a su origen, Dios mismo. Dios es uno según la doctrina católica. Es una debido a su Fundador, Cristo. El apóstol San Pablo, en su Primera Carta a los Corintios, hace referencia a la Iglesia como "Cuerpo de Cristo": Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, todas forman un solo cuerpo. En otra carta, también Pablo enseña sobre este atributo: Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu. Un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos. Cristo mismo enseña y ruega por esta unidad de su Iglesia: Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Santidad: la Iglesia católica, a pesar de los pecados y faltas de cada uno de sus miembros que aún peregrinan en la Tierra, es en sí misma "santa" pues "Santo" es su fundador y "santos" son sus fines y objetivos. Así mismo, es santa mediante sus fieles, ya que ellos realizan una acción santificadora, especialmente aquellos que han alcanzado un alto grado de virtud y han sido canonizados por la misma Iglesia. La Iglesia católica contiene la plenitud de los medios de santificación y salvación. Es Santa porque sus miembros están llamados a ser santos.
Catolicidad: con el significado de "universal" la Iglesia es "católica" en cuanto busca anunciar la Buena Nueva y recibir en su seno a todos los seres humanos, de todo tiempo y en todo lugar, que acepten su doctrina y reciban el Bautismo; dondequiera que se encuentre uno de sus miembros, allí está presente la Iglesia católica. También es "católica" porque Cristo está presente en ella, lo que implica que recibe de Él la plenitud de los medios de salvación.
Apostolicidad: la Iglesia católica fue fundada por Cristo sobre el fundamento de Pedro y los demás apóstoles. Todo el Colegio Apostólico goza de autoridad y poder siempre que esté en comunión con Pedro y sus sucesores; Pedro y los demás Apóstoles tienen en el papa y los obispos a sus sucesores, que ejercen la misma autoridad y el mismo poder que en su día ejercieron los primeros, que fueron elegidos e instituidos por Cristo. También es "apostólica" porque guarda y transmite las enseñanzas oídas a los apóstoles.
Estos atributos se encuentran en todas las Iglesias particulares que engloba la Iglesia católica, que son las Iglesias particulares de la Iglesia católica Romana (Rito Latino) y las Iglesias Rituales Autónomas (Ritos Orientales); todas ellas tienen en común los mencionados atributos o características esenciales y la autoridad suprema del Sumo Pontífice como vicario de Cristo en la Tierra.
La Iglesia católica se considera heredera de la tradición y la doctrina de la iglesia primitiva fundada por Jesucristo y, por lo tanto, como la única representante legítima de Cristo en la Tierra. Mediante la figura de los obispos, sucesores sin interrupción de los apóstoles, cumple con el mandato de Jesús de cuidar de sus ovejas.
Es de
vital importancia que tanto Católicos como los creyentes de las demás
religiones luchemos por la libertad de culto y el respeto a los demás, pero
siempre reconociendo las cosas como son y reconociendo que todos somos seres
humanos que tenemos derecho a opinar de manera diferente, a equivocarnos y a
escoger el camino que queremos seguir. Y aunque ese camino sea una fantasía inventada
por una persona hace 10, 50 o 100 años, debemos respetarle y aceptar su
decisión. Se puede y es el deber de todos conocer la historia de cada creencia pero sin faltar el respeto a ninguna.
Espero que este artículo nos ayude a reflexionar en lo que creemos y
por qué lo creemos. Bendiciones a todos en Cristo nuestro Señor y Salvador.
Amén.
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