sábado, 7 de septiembre de 2013

A Propósito de la Paz


Haciendo eco del llamado al ayuno y oración por parte de su Santidad el Papa Francisco, queremos compartir algunas reflexiones sobre la paz, ese don que tanta falta hace a la humanidad en estos días. Este llamado debe ser acogido por todo ser humano sin importar edad, credo, raza ni ideología política ya que la falta de paz es un asunto que nos afecta a todos en mayor o menor medida.

A lo largo de la historia de la humanidad el ser humano ha sido testigo de la crueldad y barbarie que implican las guerras, la destrucción y el caos son las consecuencias de la violencia que se genera en los conflictos armados. Sin embargo hoy queremos ir un poco más allá y llegar a la raíz de estos comportamientos violentos. Desde tiempos inmemorables el ser humano se las ha ingeniado para crear y fabricar armas cada vez más eficientes a la hora de derrotar al enemigo, al inicio fueron mazos, lanzas, espadas y flechas, pero con la llegada de la pólvora la situación se volvió un poco más drástica pasando por armas de fuego como ametralladoras, granadas, bombas, misiles y finalmente las bombas nucleares que son capaces de segar la vida de miles y millones de personas en solo segundos. Hoy día también nos alarmamos cuando ese ingenioso ser humano utiliza la tecnología para crear armas biológicas que matan sin tanto estropicio pero igual mata de forma masiva a sus semejantes.

Es necesario hacer un alto y llamar la atención de las personas que tienen el poder y la responsabilidad de liderar nuestras naciones. En todo el mundo se deben tomar medidas serias para evitar las matanzas y buscar soluciones más civilizadas a los conflictos que se generan por salvaguardas los intereses de los gobernantes. Porque es allí donde se generan estos conflictos, es en ese egoísmo desmedido que no es capaz de ceder, de dialogar y de llegar acuerdos.

No debemos irnos muy lejos para darnos cuenta que la guerra más férrea ocurre dentro de nosotros mismos, es en ese momento que nos sentimos burlados, traicionados y heridos que se generan los odios, los rencores y el egoísmo  que nos impiden perdonar y dar una solución de paz y armonía a nuestras diferencias. En el seno familiar es el lugar donde se aprende a construir la paz, se aprende a perdonar y a dar la oportunidad al dialogo para llegar a un acuerdo en el que muchas veces se tiene que ceder y muchas más se tiene que perder. Sin embargo hoy en día con nuestra cultura competitiva y que promueve tanto el éxito, hemos olvidado lo que es perder, pensamos que es algo malo y negativo cuando en muchas ocasiones se gana más cuando se pierde. Cuantas veces no nos ha pasado que gastamos todas nuestras fuerzas en una lucha que al final de cuentas cuando creemos que la hemos ganado resulta que el contrario quería un final similar o muy parecido a lo que resulto al final, o lo que es peor, al  final resulta que hicimos tanto daño que nos arrepentimos de haberlo hecho, sin embargo, ya es demasiado tarde.

No nos dejemos engañar, la violencia siempre genera más violencia, solo las personas más valientes que son capaces de cortar con la cadena de violencia haciendo gestos de paz y de reconciliación, pueden detener estos conflictos, hacer un dialogo sincero donde se busque acuerdos y soluciones que beneficien a todos.  La historia nos demuestra que el hombre que vive en la violencia se autodestruye. Lo difícil y complicado del tema es que la paz no se da instantáneamente ni por mandato, no se obtiene sin esfuerzo, ni se compra o pide prestada: la paz tiene que nacer del corazón de cada hombre. Y si no hay paz en el corazón, ¿cómo puede haber paz en un pueblo, en una nación, en el mundo?

La paz no se basa en dejar al malo hacer lo que le place y someterse, la paz solo se alcanza al tener un verdadero sentido de justicia y cuando no nada más se reconocen los propios derechos sino también los de los demás.

En la mayoría de los casos el malo no resulta ser tan malo sino que no es consciente de su maldad, cegado por sus intereses y su egoísmo no puede ver el mal que esta haciendo o simplemente lo justifica. Por esta razón no es fácil obtener esa paz que anhelamos, requiere de la buena voluntad de las personas, de derrumbar los muros de egoísmo que nos alejan del otro y destruir las cadenas de orgullo que no nos dejan ver el dolor y la necesidad de los demás. Enfrentar los problemas de esta manera y esforzarse en resolverlos requiere valentía y coraje más allá de lo que la lógica humana nos permite comprender. Requiere también el respeto a la vida y la dignidad de las personas como un elemento clave para evitar hacer daño al otro y buscar siempre una salida honrosa por medio de actitudes de generosidad y de caridad.

En resumen, amigos que visitan este blog para católicos, lo que se requiere es actuar con amor, y actuar con amor se resume en una decisión. Siempre podemos escoger, mejor escoge el bien, escoge el perdón, escoge el amor, porque al escoger de esta forma estamos garantizando la paz.

Por último quisiera terminar con las palabras del mismo Papa Francisco en este día:
 “¡Cómo quisiera que por un momento todos los hombres y las mujeres de buena voluntad mirasen la Cruz!”, pues en la Cruz “se puede leer la respuesta de Dios: allí, a la violencia no se ha respondido con violencia, a la muerte no se ha respondido con el lenguaje de la muerte”.

“En el silencio de la Cruz calla el fragor de las armas y habla el lenguaje de la reconciliación, del perdón, del diálogo, de la paz”.
Que la paz del Señor reine en los corazones de todos nosotros, María Reina de la paz, ruega por nosotros. Amén.

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